lunes, 27 de junio de 2011

El Almanaque
Almanaque (del árabe al-manaj, que a su vez procede del latín manachus, `círculo de los meses'), tabla o libro que contiene un calendario, junto con datos astronómicos o náuticos y, a menudo, fiestas religiosas, comentarios históricos, proverbios e indicaciones astrológicas o agrícolas.
Los almanaques, de las más variadas formas, provienen de la antigüedad y, en muchos países, fueron probablemente las primeras formas de literatura escrita. Los antiguos almanaques se tallaban en bastones de madera que los sacerdotes egipcios denominaban dedos del sol, así como en bloques de piedra. Los almanaques medievales, desde comienzos del siglo XII, se realizaron en pergamino.
El más antiguo de los almanaques que se conserva es el del matemático y astrónomo alemán Regiomontano (de nombre original Johannes Müller), cuyo Kalendarium novum, ilustrado y de 12 páginas, se imprimió en Venecia en 1476, en colores rojo (para los días de suerte) y negro, y que fue el primero que se conoció en España. En 1487, Bernardo de Granollarch publicó uno parecido en Barcelona.
A partir del siglo XVI empezaron a difundirse por Europa los almanaques propiamente dichos que los editores vendían, con gran éxito, en las librerías. En España y Latinoamérica, al igual que en otros países europeos, el almanaque constituyó un medio de transmisión de cultura entre las clases populares. Parte de su enorme éxito residía en el hecho de que, aparte de datos sobre fechas, acontecimientos astrológicos y fiestas religiosas (santoral), ofrecía predicciones del tiempo para todo el año, consejos para agricultores y ganaderos, citas y proverbios, pequeñas historias didácticas y moralistas en rima, anécdotas humorísticas y parodias satíricas particularmente irreverentes con el poder, entre otros muchos añadidos.
En realidad, y bajo muchos aspectos, el almanaque fue un eficaz transmisor de ideas liberales durante la época del absolutismo, pues constituía prácticamente el único acercamiento a la lectura por parte de las clases medias y bajas de la población, muy receptivas al lenguaje figurado y sentencioso y al alto contenido en imágenes de las publicaciones del momento. A partir del año 1502, su publicación comenzó a sufrir la censura impuesta por los reyes, en concordancia con la Iglesia, sobre toda la producción literaria.
Durante todo el siglo XIX se publicó una gran variedad de almanaques temáticos: políticos, antimasónicos, humorísticos y médicos, entre muchos otros tipos. Aún hoy en día continúan publicándose, aunque, por lo general, su temática ha retornado a la seriedad que inspiró los filomatemáticos.

El Atlas
Tradicionalmente, los atlas han sido considerados como un conjunto de mapas que versan sobre temas relacionados y donde casi todos están realizados en una misma escala, generalmente pequeña, la más adecuada para representar grandes superficies terrestres, ya que la mayor parte de los atlas son nacionales o mundiales.
Hay atlas destinados al mundo educativo, como los atlas escolares producidos por editoriales como Anaya o Santillana. Otros, más elaborados, constituyen obras de consulta general muy interesantes. En el ámbito hispanoamericano, cabe destacar el Atlas universal Aguilar (1954), el primer gran atlas universal editado originalmente en español; el Atlas de la enciclopedia Larousse (1984); el Gran atlas ilustrado del mundo de Plaza & Janés (1992); y el Nuevo Atlas del Mundo de Planeta (1996). Se han llevado a cabo actualizaciones de algunas de estas obras; así, en 1969 se realizó una segunda versión del Gran atlas Aguilar en 3 volúmenes y una tercera, en un único volumen, en 1984; por su parte, la editorial Planeta realizó en 1995 una actualización y reedición del Atlas de Larousse.
Algunos atlas muestran muy poco o incluso nada de topografía; son atlas temáticos. En los países de habla española se han elaborado un sinfín de atlas de las más variadas temáticas: estadísticos, educativos, demográficos, históricos, ecológicos-medioambientales, etc. Entre este tipo de atlas, se pueden mencionar el Mapa ecológico de la República Argentina (1957), realizado por J. Papadakis; el Atlas cantonal de Costa Rica (1987), editado por el IFAM; el Atlas demográfico nacional de la República de Cuba (1985), editado por el Comité Estatal de Estadística; y el Atlas geográfico de Chile para la educación (1988), realizado por el Instituto Geográfico Militar.
En este sentido, es necesario indicar el papel fundamental y creciente de los atlas regionales. La finalidad de los mismos es describir y plasmar cartográficamente las relaciones establecidas entre las diferentes poblaciones y territorios que configuran una región; así como las múltiples actividades de todo tipo establecidas en ella. En España, la publicación de los atlas regionales ha conocido un importante auge desde el establecimiento del Estado de las autonomías; así, una gran variedad de atlas autonómicos de todo tipo han visto la luz en los últimos quince años.
En cuanto a los atlas nacionales, es necesario señalar su contribución al conocimiento geográfico de un país concreto, en tanto que su cartografía facilita información sobre la orografía, hidrografía, geología, recursos naturales, economía, población y cultura del mismo. No obstante, no todos los países producen este tipo de atlas. Pueden publicarse en folios de mapas independientes, para guardar en archivos, lo que facilita su actualización al resultar más económica que la reedición de un libro o volumen entero.
Un buen atlas es una auténtica obra maestra de planificación y diseño. El creador debe determinar qué es lo que va a mostrar y de dónde obtendrá la información que necesita. Se debe identificar al usuario al que va dirigido el atlas y cómo deben hacerse los mapas para que el usuario comprenda fácilmente los resultados reflejados en él. Qué países se mostrarán, en qué mapas, qué proyecciones reflejarán los detalles con más exactitud, qué esquema de color se diseñará y, todo ello, llevado a la práctica en las distintas fases, artísticas y mecánicas, de reproducción (repromat).
La utilización del ordenador o computadora facilita mucho el trabajo de elaboración de un atlas; en realidad, se ha convertido en una herramienta imprescindible para almacenar y extraer información de las bases de datos, seleccionar y manipular ésta cuando se necesite, así como realizar cambios en la proyección y escalas de los mapas. Los ordenadores o computadoras también han supuesto un avance en las tareas de impresión, ahora automatizadas. Todo esto ha dado como resultado una mejora de la calidad y una reducción en el coste de los atlas. Pero, más recientemente, el ordenador (computadora) se ha convertido en algo más que en un agente de producción; ahora es también un agente de divulgación. El material de los atlas puede almacenarse en un CD-ROM y venderse al público con el programa que se considere adecuado.
Los nuevos atlas en CD-ROM interactivos dejan de lado las colecciones aburridas en papel, silenciosas y estáticas; contienen un mayor volumen de información, fácil de manejar. El Atlas mundial Encarta de Microsoft es un buen ejemplo de estos nuevos productos multimedia, con mapas a diferentes escalas, fotografías, música, textos, gráficos y tablas, que lo convierten en una valiosa obra de consulta.
Sistema Braille
El Sistema Braille es un método de impresión de libros para invidentes basado en un sistema de puntos en relieve grabados en papel a mano o a máquina para ser leídos al tacto. Cada letra, número o signo de puntuación está definido por el número y la localización de los seis posibles puntos de cada grupo (un grupo tiene dos puntos de ancho por tres puntos de alto).
El alfabeto Braille también permite escribir y leer música. Los puntos se graban por la parte posterior del papel en sentido inverso, para ser leídos por la parte anterior del mismo en la dirección normal de lectura. Los invidentes pueden escribir Braille en una pizarra con un estilo o utilizando una máquina Perkins (similar a una máquina de escribir).
Medios y Materiales didácticos en Educación a Distancia
Los materiales en un programa a distancia cumplen el rol de transmitir contenidos, guiar el aprendizaje y orientar al destinatario para que realice un estudio independiente. En función de ello, no podemos convertir al participante en receptor pasivo de información, sino que es necesario generar espacio de participación en los materiales.
Para que esto sea posible debemos estructurar el medio impreso de forma tal que los contenidos que se propongan provengan y remitan a distintas fuentes, incluyan lecturas abiertas a múltiples reflexiones, estimulen la investigación, el enfrentamiento crítico con los contenidos, la elaboración de conclusiones individuales y el contraste con las opiniones del grupo de pertenencia.
Por lo tanto, es necesario desarrollar los materiales teniendo en cuenta en la propuesta distintos momentos a saber:
Información: Donde se proporcionan datos que amplían la comprensión de los problemas planteados y aportan para su solución.
Reflexión: Donde se proponen al participante instancias de reflexión individual o grupal que lo ayuden a relacionar la información con la realidad o a profundizar en el conocimiento de algún aspecto de la misma.
Intercambio y Discusión: Donde se propone la confrontación de ideas dentro del grupo de pertenencia, a fin de contrastar las convicciones con los otros y producir un saber cooperativo.
Relevamiento de datos: Donde se propone al participante que reúnan datos de su realidad, para trabajar luego sobre ellos y no sobre datos ajenos a su experiencia.
Elaboración: Donde se sugiere al participante la elaboración de algún trabajo de propósito de las conclusiones a las que va llegando en su trabajo con el material, de modo que vaya construyendo un saber propio.



Evaluación: Donde se proponen distintas instancias de evaluación, tendientes a que el participante compruebe el grado de adecuación de los logros obtenidos con la posibilidad de resolver efectivamente la problemática planteada.
Estructura de un Material Impreso
En orden secuencial, desarrollamos a continuación la estructura y los aspectos básicos a tener en cuenta la elaboración de materiales impresos. Estos deberían constar de:
Índice: En él deben consignarse todos los títulos, ya sean de 1º, 2º, 3º nivel, y su correspondiente página para que, como en cualquier texto, el destinatario pueda ubicarlos rápidamente.
Presentación del sistema: Aquí se describe la modalidad de trabajo, sus implicaciones y características mas importantes, así como las motivaciones de la institución para desarrollarla. Se debe dejar claro en este punto el rol del destinatario, de los materiales y las tutorías, así como las exigencias de los cursos y su sistema de orientación, evaluación y acreditación.
Presentación de la temática: Aquí se hace una presentación general de la temática ubicándola en su campo de estudio, en el contexto del curso general y destacando el valor y utilidad que tendrá para el futuro de la labor profesional o dentro de la organización.
En la propuesta de objetivos y presentación de los contenidos se aconseja:
Objetivos: hacer una detallada presentación de objetivos, si es posible en forma problematizadora, mostrando que problemas ayudara a resolver el logro de los objetivos propuestos.
Contenidos: Presentarlos en forma de núcleos problemáticos, bloques temáticos o unidades. En primer lugar hay que presentar el esquema conceptual de todo el modulo que muestre gráficamente las nociones fundamentales y sus relaciones. Esto provee al destinatario de un organizador anticipante que obrara como estructura global y evitara la fragmentación de los contenidos.
Deberá explicarse en la presentación de los contenidos el enfoque desde el cual se ha seleccionado y secuenciado, mostrando de este modo la postura que se asume frente a las diversas teorías que abordan el objeto de estudio. Esta información debe suministrarse en términos comprensibles y en general se presenta a continuación el diagrama conceptual.
Desarrollo de Contenidos
Los autores de las unidades didácticas deben reunir, no solo conocimientos específicos de la materia de que se trate, sino sobre el modelo educativo a distancia y las técnicas propias de este.
Ya en el modulo impreso, deberá hacerse una presentación de cada unidad donde consten objetivos, problemáticas mas importantes y diagrama conceptual, ajustada al efectivo desarrollo y jerarquía temática.
Se deben tener en cuenta los conocimientos previos que el destinatario necesitara dominar para comprender los contenidos del modulo, así como las características reales de los destinatarios. Es conveniente informar al destinatario sobre esta necesidad y explicar, si considera conveniente, que los contenidos previos son soporte de los nuevos, orientando y recomendando material para la revisión y actualización. En ningún caso es buna la tendencia a la sobre ni a la subestimación de sus conocimientos.
La presentación de los contenidos deberá hacerse de la forma mas comprensible y ordenada posible evitando repeticiones innecesarias y planteamientos divergentes o contradictorios.
Es necesario proveer permanentemente orientaciones, sugerencias y consignas de trabajo que guíen el estudio independiente del destinatario y lo ayuden a sentirse parte de un curso y no un lector aislado.
Se recomienda proveer, cuando sea posible, ayudas graficas como esquemas, diagramas fotografías, mapas y otros recursos que ayuden a la comprensión o contextualización de los conceptos fundamentales.
Actividades: Una vez presentados los nuevos contenidos, es importante incluir actividades para facilitar el desarrollo de distintas estrategias cognitivas de los estudiantes. Esto fomenta la transferencia de los aprendizajes mediante la relación de practicas en las que el individuo aplique los conocimientos a situaciones nuevas, se deberán proponer actividades de aprendizaje y transferencia de lo aprendido a la practica, pensando en aquellas que realmente coloquen al destinatario en una situación real y que grafiquen circunstancias futuras de acción.
Se deben evitar las actividades que sean simplemente una repetición o memorización de lo estudiado, presente en los materiales proporcionados.
En resumen se deben presentar actividades que:
Orienten la comprensión lectora
Promueven la aplicación de lo aprendido
Generen análisis crítico de lo aprendido
Las actividades propuestas no llevarán al estudiante muy lejos, a menos que se reciba una forma de retroalimentación o sea, estar informado de los progresos si se está haciendo lo correcto o no.
El estudiante a distancia no siempre puede comparar sus realizaciones con las de sus compañeros, o preguntar a un profesor. Por esto se le debe ayudar en lo que se refiere a la retroalimentación.
Es aconsejable que los materiales de estudio también ofrezcan la posibilidad de retroalimentación al estudiante, para esto se sugiere: la inclusión de respuestas o soluciones explicativas a todos los ejercicios; desarrollo paso a paso de los ejercicios; resúmenes e instrucciones claras para la solución de modelos de ejercicios. Se sugiere proponer actividades de aprendizaje, de autoevaluación y de integración.

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